A continuación te dejamos la segunda parte de estos consejos para mejorar tu seguridad en el coche.
6. Evaluar todo lo que nos rodea
Si fueras el único ser vivo del planeta, conducir un vehículo sería mucho más sencillo: solo tendrías que preocuparte de tus actos y no chocar contra elementos fijos. Pero circulamos rodeados de vehículos, personas, animales… todos ellos con sus trayectorias, preocupaciones y movimientos.
Conducir de forma segura implica ir con mil ojos, mirando y evaluando constantemente todo lo que nos rodea para detectar posibles amenazas y estar prevenido frente a ellas. También analizar el entorno: el asfalto (sucio, baches…), si hay cruces, salidas de caminos o de casas, zonas con mucha afluencia de personas… Y todo ello, sin despistarnos en cosas que desvíen nuestra atención de lo importante, como las vallas publicitarias, un coche parado en el sentido contrario…
Muchos lo llaman “conducción defensiva”, y se trata de actuar previendo los posibles errores o despistes de los demás. Por ejemplo, pensar que ese coche que marcha con una trayectoria dubitativa por delante de nosotros, efectivamente va a realizar un giro brusco y nos “la va a liar” unos metros más adelante.
7. Ver los ojos de los demás
En muchas ocasiones no sabemos si otro conductor nos ha visto y va a tener en cuenta nuestra presencia antes de ejecutar una maniobra que podría acabar en una colisión. A veces, podemos asegurarnos de que nos han visto mirando a sus espejos retrovisores y buscando el contacto visual. A nosotros, ese rápido cruce de miradas nos confirmará que nos ha visto; y él también será consciente de que nosotros sabemos que nos ha visto.
8. Ver a través de otros coches
No se trata de tener súper poderes, sino de saber mirar a través de los cristales de los vehículos que nos preceden. Muchas veces lo hacemos instintivamente y solo nos damos cuenta de ello cuando nos sentimos molestos circulando detrás de un furgón opaco. En estas circunstancias lo mejor es aumentar la distancia de seguridad, para tener la información máxima de lo que ocurre por delante de dicho vehículo.
Mirar a través de los otros vehículos nos permite anticipar acontecimientos, por ejemplo, ver las luces de frenado del coche que va dos coches por delante de nosotros, y así poder frenar antes; o ver un obstáculo en la vía y no “comérnoslo” cuando el coche que nos precede lo esquiva en el último momento.
9. Los malditos ángulos muertos
Hay objetos y situaciones que, por mucho que queramos verlas, se escapan a nuestro ángulo de visión por diferentes motivos. El más común es el denominado “ángulo muerto” de los retrovisores, que es la zona que no alcanzan a recoger por el propio diseño del coche. Especialmente sensibles a introducirse en estos ángulos muertos son las motocicletas, cuando circulan entre hileras de vehículos.
La mayoría de automóviles modernos ofrecen –de serie o como opción con sobrecoste- un sistema que nos alerta de la presencia de objetos en ese ángulo muerto, mediante alertas visuales o sonoras. Estos sistemas evitan numerosos accidentes.
Por otro lado, existen situaciones comunes en las que otros vehículos no nos permiten ver situaciones de riesgo. Por ejemplo, cuando circulamos por una vía de dos carriles y el coche de la derecha comienza a frenar de un modo incomprensible para nosotros. Ese frenazo puede ser causado porque un peatón está empezando a cruzar la calle, peatón al que nosotros no vemos porque el coche nos lo tapa. Con la bajada de viajeros en los autobuses pueden suceder situaciones similares.
10. Los molestos deslumbramientos
Los que viven al oeste de su lugar de trabajo saben bien que por las mañanas se encuentran el amanecer de frente; y que por las tardes también regresan a casa con el sol de cara. Para tener la mejor visibilidad posible en esas complicadas situaciones es clave, en primer lugar, llevar gafas de sol y el parabrisas en perfecto estado. Por un lado, el cristal debe estar limpio; y por otro, no tener rayones ni impactos, pues tanto la suciedad como los desperfectos en el parabrisas provocan peligrosos reflejos que dificultan la visión.
Ya sea a causa del sol, o por las luces largas, o mal orientadas de otro vehículo por la noche; un deslumbramiento puede cegarnos momentáneamente y ser muy peligroso.
En esas situaciones, lo primero es no mirar directamente a la fuente de luz, y dirigir la vista hacia una referencia que nos permita seguir circulando sin salirnos del carril. Lo mejor suele ser bajar la vista hacia la derecha, y buscar la línea de la carretera o el borde del arcén; usando la visión periférica para controlar el resto de la vía.
Cuando el que nos deslumbra viene por detrás, la solución es muy sencilla: voltear el retrovisor central a su posición nocturna, que atenúa las luces.