“Un impacto… Es probable, sin duda. Tal vez tengamos un impasse [en los concesionarios], pero es difícil saber cuándo y de qué tamaño será”, dijo Rodrigo Centeno, director senior de Mercadotecnia, de Nissan Mexicana, el mayor vendedor de vehículos en México.
Los efectos de que la influenza AH1N1 en la dinámica comercial durante 2009 es el referente más inmediato para calcular el impacto que el coronavirus pudiera tener en las ventas de vehículos nuevos en México.
Los primeros casos en México fueron detectados a principios de abril y días después el gobierno mexicano ya pedía a las personas que se quedaran en casa y sugería a los comercios considerar el cierre de sus locales.
Debido a la ausencia de personas en los concesionarios hizo que la venta de autos cayera 35% durante ese mes, comparado con las ventas de abril de 2008, según datos de la Asociación Mexicana de la Industria Automotriz.
Entonces Eduardo Solís, presidente del organismo, explicó que el marcado descenso se debió a la suspensión de actividades con motivo de la emergencia sanitaria en el país, aunada a la falta de acciones para reactivar el mercado interno y a la entrada de vehículos usados importados procedentes de Estados Unidos.
Aunque hacer un paralelismo con la situación actual resulta tentador, Guillermo Rosales, director adjunto de la Asociación Mexicana de Distribuidores de Automotores, opina que la magnitud de la caída no necesariamente será igual a la enfrentada en 2009.
“No podemos hacer un parangón de lo que ocurrió en aquel momento con lo que está sucediendo con esta enfermedad. En 2009 tuvimos un impacto relativamente limitado: solo fueron uno o dos meses. Pero de lo que hablamos en este momento es de una pandemia de la cual desconocemos su alcance geográfico, temporalidad e impacto en las cadenas de suministro globales”, dijo Rosales en entrevista.